Esquirlas del "muletazo" de Palermo en River: cómo afectó al plantel y el bálsamo del Clausura
La goleada sufrida contra Boca en la Libertadores 2000 frenó el envión de un equipo que venía invicto a nivel local. Dio la vuelta olímpica dos meses después y calmó a los hinchas, pero el segundo semestre reavivó las críticas. Qué pasó puertas adentro y en el Monumental en los días posteriores.

El rubio de un metro con 88 centímetros controla la pelota en el punto penal, gira sobre su propio eje y queda de frente al arco de La Bombonera que da espaldas al Riachuelo. Hay tres jugadores de River y el arquero en el área. Ninguno le sale a achicar el espacio, quizás por un reflejo natural, a sabiendas de lo que podía venir. Ese delantero temible, llamado Martín Palermo, que no juega desde el 13 de noviembre de 1999, la clava contra el palo derecho de Roberto Bonano y sella el 3-0 para Boca en la vuelta de los cuartos de final de la Copa Libertadores 2000.
Aquel "muletazo", 25 años atrás, frenó el envión de un equipo que venía hecho una tromba en el campeonato local y que, meses después, conseguirá ganarlo, aunque significará su única alegría en una temporada pintada de azul y amarillo.
El Millonario, campeón del último certamen del Siglo XX -el Apertura 1999-, había salido ileso en los dos Superclásicos que había jugado ante el Xeneize en mayo del nuevo milenio. En el primero, undécima fecha del Clausura, rescató un agónico empate 1-1 gracias a un joven Nelson Pipino Cuevas. Además de mantenerse invicto -seis victorias y cinco igualdades-, el hecho de no volverse con una derrota de la cancha de Boca había significado una inyección pletórica. "Ojalá tuviéramos esa suerte",declaró Carlos Bianchi, entrenador xeneize, echándole toda la culpa al azar, que consideraba que había sido injusto con el que más cerca había estado de ganar.
Tres días después, el miércoles 17, disputaron la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores a pocas cuadras del Río de la Plata. River, que había sido puntero del Grupo D con una sola caída y había dejado en octavos a Cerro Porteño con un inapelable 5-0 global, derrotó a su eterno rival por 2-1, mediante los goles de Juan Pablo Ángel y Javier Saviola, que se había perdido el partido del torneo doméstico debido a una suspensión. Juan Román Riquelme, de tiro libre, había puesto el 1-1 parcial.
La ida entre River y Boca de los cuartos de final de la Libertadores 2000

Boca, cauteloso, puso suplentes en su visita a Rosario Centraldel domingo 21. Y ganó. River, pecho inflado, mandó a los titulares al estadio de Newell's. Y se volvió con los tres puntos y la cima intacta del Clausura. “En esa época, estábamos más acostumbrados. Hubo muchos años seguidos donde se jugaba miércoles y domingo o martes y sábado. La verdad, yo no sé si por la preparación física o el ritmo, no había tanto ese cuidado. El físico no era problema”, reflexiona Gustavo Lombardi, otrora defensor de la Banda, en una charla con TyCSports.com.
El Virrey, abocado a la Copa, decidió concentrar a Martín Palermo, recién dado de alta por una rotura ligamentaria, para el clásico del miércoles 24. Américo Rubén Gallego, DT de River, auténtico y también confianzudo, lanzó: "Si ellos ponen a Palermo en el banco, yo lo pongo a Enzo, así que no hay problema". scoli, uruguayo gloria de Núñez, llevaba casi tres años de jugador retirado. “Puertas adentro no pasó nada. Hay que poner en contexto todo, porque el fútbol cambió en estos años. Eran más comunes las declaraciones de los entrenadores y los presidentes. En esa época estaban (Mauricio) Macri y Ramón Díaz, que se apostaban cosas. Para nosotros, los jugadores, no hubo repercusión”, recuerda el exlateral.

Así como Jorge Bermúdez contó que la arenga de Bianchi en la previa les sacudió las fibras más íntimas, Lombardi puntualiza que su entrenador tenía un estilo similar. "Apelaban más a las cuestiones emocionales o de intuición, de entender qué jugador estaba mejor o qué combinación podía jugar", cuenta el hombre que fue expulsado a los 41 minutos del segundo tiempo por doble amonestación, y suma: "Por ejemplo, ese día yo arranqué jugando de ocho, pero no fue una preparación en la semana. Me enteré en la charla técnica antes del partido. Después, se lesionó Leo Ramos y yo volví de lateral".
La Banda se fue mejor al entretiempo y debía aguantar el resultado durante el complemento para pasar a semifinales. Pero luego se suscitó una catástrofe para los riverplatenses: 1-0 de Marcelo Delgado a los 14, ingreso de Palermo por Alfredo Moreno a los 32, 2-0 de Juan Román Riquelme a los 39, caño inmaculado del Torero a Mario Yepes y 3-0 del Titán a los 45. Boca, que había ganado ocho de los 19 Superclásicos de Libertadores, repitió la historia y dejó afuera a su archirrival. "Gallego debe estar buscando a Enzo...", contestó José Basualdo en el post.
Los goles de Boca que eliminaron a River de la Libertadores

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Lombardi, hoy periodista de TyC Sports, no vio el gol del Loco. Se marchó directo al vestuario tras la roja y esperó a sus compañeros y al cuerpo técnico. “No hubo reproches. Sí caras tristes, cabezas gachas, repaso de lo que se hizo bien y mal… No recuerdo si Gallego dijo algo o no, pero en general no solían hablar los entrenadores en ese momento”, apunta acerca del clima posterior del plantel.
Sin embargo, el Monumental hizo tronar el escarmiento el 28 de mayo. El principal apuntado fue el Tolo, por un supuesto planteo mezquino en La Bombonera. "Para estar en la bandera de Ramón y Angelito (Labruna), tenés que sentir y hacer lo que quiere el hincha de River y la historia marca: ir al frente", rezaba una enseña firmada por Los Borrachos del Tablón. Otra daga decía "volvé, Ramón" y una más, que fue retirada por la seguridad antes del partido frente a Unión, mandaba que "en River se sale a ganar siempre". El exmediocampista respondió: "La gente tiene derecho a insultar. Lo que yo no comparto es que me griten que no voy para adelante". El Millonario terminó con cuatro delanteros aquella noche.
Hubo silbidos al comienzo, en el entretiempo y, sobre todo, al final, luego de que el Tatengue lo venciera por 2-1 y le sustrajera el invicto del campeonato. "Quebrado", tituló el diario Olé en la sección riverplatense del día siguiente, con una foto del entrenador, en pose de abatido. En ese hostil contexto, debutó un pibe de las Inferiores llamado Andrés Nicolás D'Alessandro, que entró a los 31 minutos por Diego Placente.

En plena tormenta, contra viento y marea, River le ganó a Gimnasia y Esgrima La Plata, Talleres de Córdoba, Racing y Chacarita, con 13 goles a favor. Dio la vuelta olímpica el 9 de julio en Caballito, al golear por 3-0 a Ferro Carril Oeste, una fecha antes de la finalización del Clausura.
Gracias al bicampeonato, su conquista N°29, le sacó 11 títulos profesionales de distancia a Boca, que mientras tanto festejaba la Copa Libertadores obtenida ante Palmeiras por penales en Brasil. "El deportista va para adelante todo el tiempo, pase algo bueno o malo. Lo vas dejando en el pasado y te enfocás en el siguiente. Seguramente el campeonato fue un poco un aliciente para recuperarse. Teníamos un buen equipo y ganábamos habitualmente”, sentencia Lombardi.

Para el segundo semestre volvió Ariel Ortega desde Parma de Italia. Nacieron los Cuatro Fantásticos, la icónica delantera conformada por el Burrito, Aimar, Saviola y el colombiano Ángel. Fue puntero del Apertura entre la quinta y la octava jornada. Gallego, al que los dirigentes le habían dado un fuerte respaldo tras la caída en cuartos -le renovaron el contrato hasta diciembre de 2001-, parecía revitalizado.
River llegó otra vez al Superclásico, en el Monumental, con una estadística casi impoluta (una sola derrota a manos de Chacarita en la fecha previa). Empató 1-1 frente al Xeneize. Nuevamente, marcó Palermo, pero igualó el Conejo. El jujueño fue expulsado sobre el final. Y el elenco de Carlos Bianchi, que le había sacado el liderazgo en la 9°, lo sostuvo.
Noviembre fue gris y lluvioso en Núñez, podría haber definido el grupo musical Guns N' Roses. El Vasco da Gama le asestó un golpe de nocaut el 22 en la ida de la semifinal de la Copa Mercosur, la predecesora de la Sudamericana, al batirlo por 4-1. Parte de la gente pidió la vuelta del Pelado Díaz. Los Borrachos del Tablón se abstuvieron. La mayoría despidió al equipo con aplausos.

La vuelta se jugó el 30 de noviembre. Alrededor de 48 horas antes, Boca dio el batacazo en Japón, venció al Real Madrid y levantó su segunda Intercontinental. A pesar de que algunos jugadores titulares padecieron colitis cuando llegaron a Río de Janeiro, River salió a la revancha con los mejores: perdió 1-0 y, para colmo, el árbitro Jorge Larrionda no sancionó tres penales a favor de la Banda. Por primera vez, la Comisión Directiva, hacia adentro, se animó a hablar de "fracaso", según publicó Olé.
El 17 de diciembre se definó el Apertura. El Millonario necesitaba ganarle a Lanús y esperar un tropiezo del club de la Ribera ante Estudiantes de La Plata. Perdió 3-2 y se despidió de sus chances, mientras su primo lograba la triple corona y cerraba el año con una sonrisa.
¿Fue el "muletazo" el que produjo un efecto dominó negativo? Para Lombardi,"no, porque eso se hubiese notado si se perdía el Clausura". Y pese a que puede resultar contrafáctico plantearlo, concluyó: “Cuando ganás ese tipo de partidos o series, son momentos donde te puede disparar para un lado u otro. El que ganaba salía fortalecido en la Libertadores, no en el torneo. Quizás nos hubiera dado un vuelo distinto para lo internacional. Probablemente, sí”.

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