River y Boca, Boca y River, tienen una relación especular, de toda la vida. Si a uno le va mal pero al otro también, las desgracias se ven atemperadas. Cuando uno está en la gloria y el otro besa la lona, se da la brecha de mayor alegría y dolor en partes proporcionadas. Cuando ambos navegan en la discreción, pero uno acierta un poco que el otro, también ambas realidades se leen en cómo le va el otro. Los últimos años de River no fueron buenos, pero al menos John Kennedy dejó alivio. Los últimos años de Boca no fueron buenos, pero al menos Gabigol o Hulk dejaron alivio.
En esta línea entonces, sin termearla, podríamos decir que el último Superclásico le sacó el técnico a Boca. Si queremos hilar fino, podríamos decir que el anterior también, Diego Martínez estaba prácticamente echado luego del “suplentazo”, solo que le dieron un partido de gracia para que no quedara como que River lo había echado, algo que la constitución Bover es una ley escrita.
Entonces, la verdad es que si bien River y Mastantuono colaboraron para que Gago deje de ser el técnico de Boca el último domingo, lo real es que un ciclo extendido luego de una eliminación inisible, partidos de bajo fuste, un planteo penoso contra el máximo rival y la nula autocrítica fueron las causas concretas para su eyección del banco de Boca. A tal punto fue la cosa, que ni siquiera importó el impacto de que River le voló otro técnico, como ha sucedido varias veces.
Más allá de toda esta cuestión, que es tema de Boca en la cual el hincha de la otra vereda come sus polémicos pochoclos y observa, me interesa River. El Muñeco Gallardo ha visto, a lo largo de sus ciclos, desfilar a muchos técnicos de Boca. Esto quiere decir que alguien idóneo ocupa el cargo con responsabilidad y éxito y que, del otro lado no pasa lo mismo.
La programación de la fecha 16 del Torneo Apertura
El único lunar, o mueca de preocupación que se puede marcar es que haya una depreciación del trabajo. Quiero decir, a River no le tiene que alcanzar con que Boca no la pegue, con que Boca no acierte. Eso no debe amortiguar fracasos, River tiene que volver a construir su hegemonía y no conformarse con “bueh al menos Boca no juega la Copa, bueh al menos les ganamos los superclásicos últimos, bueh al menos no ganaron nada ellos tampoco”. Eso, que sin dudas es importante para cierta tranquilidad, no le sirve mucho a River, en función de que su historia tiene que construirse independientemente de los avatares de su enemigo.
En esta historia maniquea, River tiene que profundizar y superarse en su búsqueda, porque, digamos, sus últimos años, digamos desde 2022 hasta hoy, han sido un poco erráticos. Que los vaivenes de Boca no lo confundan, River debe ir por más, la chicana con rajarle a un técnico o que perdió tal partido o lo eliminaron de tal competencia dura hasta que vos mismos das un paso en falso.
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