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A Gago se le acabó la nafta

Se echó solo. La forma contra River -más que el resultado- fue la gota que colmó el vaso. Pero estaba condenado desde Alianza Lima. Es un día de alegría para los hinchas. No lo arruinemos con una mala elección del sucesor.

Boca
A Gago lo estaban esperando desde Alianza Lima y finalmente lo surtieron. Bien echado, mal traído.
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Por Antonio Serpa

Lo primero que hay que aclarar es que Gago se echó solo. No renunció, no -ese es un acto que no se permiten los soberbios-, pero se echó solo, con los resultados y con las formas. No lo echó River -les duró poco la alegría, viendo las consecuencias del triunfo del domingo- simplemente porque Gago ya estaba condenado desde el día en que quedó eliminado contra Alianza Lima, una de las derrotas más vergonzosas en Copa Libertadores. O mejor dicho: en el repechaje. La Copa, en Boca, es gloria o condena, es espada de Damocles, condiciona siempre desde que en 2007 se ganó la última. No es culpa de Gago que llevemos tanto tiempo sin ganarla, sí el último fracaso. Y si encima se demuestra incapaz de ganar un solo partido importante, y actúa públicamente con esa soberbia y esa falta de autocrítica, y es capaz de decir que le gustó "el segundo tiempo" de un partido en el queBoca gagoneó y fue a jugar como un equipo chico a la cancha de River, bueno... Lo estaban esperando con el surtidor. Y lo surtieron. 

Está bien echado, Gago, se lo merece. Pedimos varias veces por su despido desde este lugar, luego de aquella deshonrosa eliminación a manos de un equipo peruano impresentable. Bien echado, entonces, pero mal traído. Mal elegido para Boca. Gago jamás generó empatía con el bostero medio después de aquella temprana juventud en la que nos llenaba los ojos de fútbol. El Gago amargo que volvió a la Argentina ya era un muchacho marcado por las derrotas y lastimado por múltiples lesiones que cortaron su carrera. Y el Gago técnico no había hecho ningún mérito para dirigir a Boca: echado de Aldosivi, despedido entre insultos en Racing, criticado en México.

Paradójicamente, su gran "virtud" era la tozudez, la soberbia, su condición de impermeable. Un Riquelme sospechado -con razón- de intervencionista en los ciclos anteriores, lo eligió para que lo sacara del ojo de la tormenta, que le caía encima en forma de reproches muy parecidos al insulto. O sea: más allá de algún gusto por el fútbol que desplegaba aquel Racing, el presidente lo trajo como escudo, como un tamiz entre la gente y su condición de estatua, para que no se manchara su idolatría que a esta altura ya está bastante descascarada para una buena parte de los hinchas. Pensó en él más que en Boca. No es la primera vez.

Serna confirmó el cierre del ciclo Gago en Boca

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Boca no podía permitirse otro papelón, ir con este muchacho al Mundial de Clubes y, aunque JR y sus secuaces del Consejo ya sabían que iba a irse en cuanto quedara eliminado en los playoffs, es un acierto haberlo despedido ahora para darle más tiempo al próximo DT de trabajar con el plantel. O sea: definan rápido y bien, no me vengan con Mariano Error como interino a ver qué pasa. Y si van a elegir a Error, que salga Román y diga que lo maneja como a una marioneta. Entonces todos sabremos que el técnico es el presidente -como ya ocurrió principalmente en la era Ibarra- y lo juzgaremos a él sin intermediarios.

Gago ya es parte del pasado y ojalá esta experiencia le haya servido para aprender que sus caminos, al menos por acá, no funcionan. Lo que viene es una elección en la que no hay que pifiar porque ya venimos de otros desastres. Martínez -entrenador de ascenso-, Almirón -dos veces echado del Elche, cuyo dueño era a la vez su representante-, Ibarra -no quería ser técnico y le mandaban las instrucciones por whatsapp-, Battaglia -no puede dirigir ni a San Miguel. Russo, a esta altura, es el único fuera de discusión. De los nombres que suenan, hay mucho biri biri, necesidad de tirar para discutir y llenar espacio y muy pocas certezas. Quinteros viene de hacer un papelón en Brasil, duró tres meses. El Kily no pudo ni con el vestuario de Unión, lo salvó del descenso pero Boca -diría yo- está para otras discusiones. Cacique Medina le ganó una final a River recientemente, lo eliminó alguna otra vez, pero no termina de despegar y lo rajaron de Talleres pese al título logrado. Martino, con quien Riquelme ya tuvo comunicación, fue DT de selecciones y dirigió nada menos que al Barcelona, pero tuvo tres veces a Messi (Selección Argentina, Barcelona, Inter Miami) y no lo pudo sacar campeón, así que...

A Boca le llegó el momento de apostar por un DT serio, prestigioso, grande. Jorge Jesús, por ejemplo, ahora que Ancelotti le ganó la pulseada por entrenar a la selección de Brasil. El portugués le ganó una histórica final de Libertadores a River y lo sopapeó seguido al Muñeco en Arabia, donde ambos coincidieron. Hasta dijo alguna vez que Boca es uno de los cuatro clubes más grandes del mundo -acertadamente. Es una buena escuela de técnicos la portuguesa, desde Mourinho hasta Abel Ferreira. Afortunadamente, Boca es una asociación civil sin fines de lucro y no tiene como objetivo ganar dinero. Puede pagarle 10 palos a un entrenador como River hace con Gallardo. Que sea el club más popular no lo transforma en una sociedad de fomento, como la maneja desde hace cinco años Riquelme. Basta de comprar en La Salada. Vayamos por una vez a un lugar serio, blanco, con los papeles ordenados. Es una inversión, no un gasto. Lo barato (aunque Gago no lo haya sido) sale caro.

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