Frank Sinatra, el cantante que le “ganó” dos rounds a Muhammad Ali
Si bien no fue en el ring, La Voz protagonizó una rivalidad con el mítico boxeador, una que reflejó la “pelea cultural” de la época, los conflictos raciales y que tuvo una resolución… con una cámara de fotos.
Dentro de sus múltiples rivalidades, hay una en particular en la carrera de Muhammad Ali que parece impensada. Se trata de una historia de dos combates, una “pelea cultural”, pesos pesados ilustres, un cantante y una cámara de fotos. ¿Cuál es aquella rivalidad? La del boxeador más grande de todos los tiempos… con Frank Sinatra.
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Para comprender la rivalidad entre Ali y Sinatra, debemos retroceder a otra pelea del histórico peso pesado: su victoria sobre Floyd Patterson, en 1965. Cuenta Ezequiel Fernández Moores en una columna publicada en La Nación, en el año 2015, que Ojos Azules citó a Patterson a su suite en Las Vegas y le dejó una clara orden: “Tenés que recuperar la corona para Estados Unidos”. A su lado, Joseph “Doc” Stacher y Charles “Babe” Baron, dos capos de la mafia vinculados a las apuestas ilegales. La "corona", en este caso, era el título mundial de los pesos pesados que Ali le había arrebatado a Sonny Liston, un año antes.
A Sinatra le gustaba poco y nada la conversión de Ali al islamismo. Para el cantante, la renuncia de Cassius Clay a su nombre “esclavo” era algo que no estaba dispuesto a aceptar, además de no comulgar con el estilo verborrágico e histriónico del boxeador. Patterson, menos radical, era visto por Ali como un “traidor”, al punto tal de llamarlo “Tío Tom” en las conferencias de prensa previas, en referencia al personaje negro de la novela de Harriet Beecher y que en la jerga estadounidense se usa para referenciar a personas de ascendencia afroamericana pero que aceptan una suerte de “inferioridad” respecto de la población blanca. De todas maneras, la postura de Patterson respecto del conflicto racial que vivía Estados Unidos en la década del '60 se alineaba más con la idea de activismo "light" de Sinatra, e incluso contaba hasta con el apoyo de Martin Luther King Jr., quien en público se ubicaba diametralmente opuesto a las ideas radicales de Ali, aunque en privado mantenía una amistad secreta revelada años después tras la desclasificación de documentos del FBI.

Si bien Patterson era también un luchador por los derechos civiles, lo cierto es que era visto como una versión "suave", una que los blancos de los Estados Unidos “podían aceptar”, como reflexionó Brian Blickenstaff en un artículo para la revista Vice acerca de la rivalidad “cultural” entre Ali y Floyd. El entonces presidente John F. Kennedy lo remarcaba como un “ciudadano ejemplar”, y es sabido que Sinatra y Kennedy tenían una buena relación, por lo que el apoyo del cantante es fácil de comprender.
“Soy negro y orgulloso de serlo, pero también soy estadounidense. No soy tan estúpido como para no saber que los negros no tienen todos los derechos y privilegios que los estadounidenses deben tener. Sé que algún día los tendremos. Dios nos creó a todos y toda su creación es buena. Todas las personas -blancos, negros, amarillos-, son hermanos y hermanas. Eso será reconocido. Tomará tiempo, pero nunca sucederá si pensamos de la manera en la que piensan los negros musulmanes”, sostuvo Patterson en una entrevista con Sports Illustrated previa a la pelea. “Pregonan el odio y la separación en lugar del amor y la integración. Pregonan la desconfianza en lugar del entendimiento. Clay es tan joven que fue confundido por la gente equivocada, no aprecia lo lejos que hemos llegado y el daño que hace al unirse a los negros musulmanes. Para eso, se hubiese sumado al Ku Klux Klan”, remató.
Así fue el combate entre Muhammad Ali y Floyd Patterson, en 1965

Del otro lado, Ali respondió y tiró para todos lados. Con conocimiento del apoyo de Sinatra a Patterson, le dedicó unas palabras al cantante que lejos estuvieron de calmar las aguas: “Soy la parte de Estados Unidos que no reconocés. Negro, confiado y arrogante. Tendrás que acostumbrarte a mi existencia. Con mi nombre y mi religión. No dejaré que 'tu negro' me gane”.
Tras las palabras, el combate. Si bien la victoria de Ali se consumó por TKO en el round 12, lo cierto es que ya desde la segunda vuelta se vislumbraba el final. El propio boxeador reconocería en su autobiografía “The Greatest” que cada golpe sobre Patterson era también para “todos los periodistas y celebridades blancas; los Frank Sinatras”. Para el perdedor, si bien el castigo fue enorme en el combate, el mayor golpe llegaría después de la pelea, al subir a la suite de Sinatra en Las Vegas.
W.K. Stratton, en su libro “El campeón Invisible”, reveló cómo fue aquel momento. Según narra, Patterson subió a la suite de Sinatra "para disculparse" por no haber cumplido con su objetivo. Pero el cantante de Hoboken le dio la espalda y se fue al lado opuesto de la habitación, sin dirigirle la palabra. Así, el primer round de Ali vs. Sinatra fue para el boxeador de Kentucky.

Ahora sí, adelantemos a 1971. En la previa, la pelea de Ali vs. Frazier ya era vendida como el “Combate del Siglo” y nadie quería perdérsela. El boxeo siempre ha sido un espectáculo frecuentado por la farándula y aquella noche en el Madison Square Garden no fue la excepción. Tres meses habían pasado de la recordada pelea entre Alí y Ringo Bonavena y las estrellas ya movían os para conseguir entradas.
Así como sucedió en 1965, el combate volvía a presentarse no solo como un evento deportivo, sino también como un nuevo confrontamiento cultural. Por un lado, la negativa de Alí de participar del conflicto bélico en Vietnam -situación que se judicializó y terminó en la Corte Suprema en 1971, con un veredicto favorable al atleta de manera unánime- lo había elevado al estatus de héroe popular contra la guerra. Por el otro, Frazier cumplía el mismo rol que Patterson: tranquilo, amable y la versión que la “América Blanca” podía digerir.
Sinatra olió sangre. Una vez más, esperaba que alguien calle para siempre a Ali y de ninguna manera iba a aceptar perderse la pelea… excepto que le era imposible conseguir entradas. Según reportes de la época, hasta el presidente del comité organizador de la pelea se veía impedido de conseguir localidades. Como si esto fuera poco, la nula relación entre Ojos Azules y Ali hacía inviable el pedido de favores... Pero si algo tenía Sinatra era rebusque, ese que aprendió en las calles de Hoboken y con el que tuvo que defenderse en su adolescencia.

¿Qué hizo? Levantó el teléfono y marcó el número de la revista Life, una de las publicaciones más populares de la época y que tuvo a Norman Mailer como cronista para el combate. Allí, habló con el editor, Ralph Graves, y le ofreció un trato: la revista le daba una acreditación y él oficiaría de fotógrafo. “Para fotos del evento ya teníamos al colectivo de fotógrafos de la revista… pero nunca está mal tener más de una perspectiva”, reconoció Graves en un artículo de la época. Así, La Voz se abrió paso entre figuras como Miles Davis, Dustin Hoffman, Woody Allen, Burt Lancaster, Gene Kelly y Hugh Hefner, se paró al lado del ring y comenzó a sacar fotos.
Lejos de haber sido una excusa para estar en el combate, lo cierto es que una de las fotos de Sinatra terminó siendo la portada de Life, que además de la imagen solamente incluyó cinco líneas de texto: por un lado, el anuncio de la crónica de Norman Mailer; por el otro, el reconocimiento al cantante por la foto de tapa.
La noche le salió redonda a Sinatra. Es que Frazier retuvo su título tras ganar por decisión unánime, y así le propinó a Ali su primera derrota como profesional. Para colmo, lo vio todo al costado del ring, más cerca incluso que todas las estrellas antes mencionadas. La historia dirá que Ali vencería en dos oportunidades a Frazier, para cerrar una histórica trilogía de combates, pero La Voz pudo decir que aquella noche, solo por aquella noche, cerró su "pelea" con una victoria por 2-1 ante el mejor de todos: un round por la derrota y otro por haber tomado la foto de la coronación, al costado del ring.
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